José Luis Morales, periodista y miembro de La Comuna.
Aunque González Pacheco, Billy el Niño, ha sido el torturador franquista del que más han oído hablar los antifascistas españoles, y aún siguen oyendo, la lista de sanguinarios “interrogadores” de la dictadura era tan numerosa que, pese a las agendas de promociones de la policía, resulta tarea ‘casi imposible’ el poder cuantificarlos. La mayoría de los ‘colegas’ de Billy el Niño, quiso evitar que pudieran identificarlos públicamente. Lo contrario del histriónico, provocador, sádico y altanero Billy el Niño, quien no perdía nunca la ocasión de que lo ‘reconocieran’, sobre todo jóvenes que estudiaban en facultades de la Universidad de Madrid. Para que así fuera, él mismo dirigiría muchas veces los comandos policiales en sus redadas y allanamientos nocturnos, apoyados por grupos falangistas como ‘fuerzas de choque’. Aunque en su actividad policial para disolver asambleas de facultad o distrito, Billy el Niño sólo actuaría de ‘gran jefe’, vigilando cómo aterrorizaban sus “legiones fascistas” a quienes correspondiera aquella jornada; él no se movía nunca en aquellas circunstancias, ni ordenaba nada en público, aún menos delante de sus bestiales subordinados. El “propósito” de sus hazañas, además de aterrorizar, todos los de la BPS debían enfocarlo a destrozar y a destruir moralmente, no sólo a quienes detenían y torturaban, sino al vecindario correspondiente, y al entorno en los que calculaban, o sabían, que realizaban sus actividades militantes antifascistas contra el franquismo y sus secuaces, y muchas veces ‘infiltrados’, en los sectores obreros sobre todo. La “especialidad” del macabro Billy el Niño, tanto siendo ‘estudiante’ en la Escuela Nacional de Policía, o de inspector y comisario, como sus fijaciones con plena dedicación, estaban en el Movimiento Estudiantil universitario, aunque sus rejos llegaban además a institutos de Enseñanza Media y Escuelas de Magisterio.
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Mi buen, querido y fraternal José Luis: magnífico y estremecedor es lo que has escrito sobre el nefasto personajillo. Conocía la historia de la entrevista en la cafetería del hotel Miguel Ángel y tu justa y racional reacción e indignación: amigos comunes me la contaron con todo lujo de detalles; y aunque no está reflejada en nuestro libro, ‘Los silencios de la Libertad’, si se relatan todas las barbaridades que cometieron contigo en aquellos siniestros sótanos de la DGS. Buen trabajo el tuyo; como todo lo que escribes. Ánimo y adelante. Te espero el próximo mes y te espera un buen sancocho con papas ‘chineguas’, dile a los amigos de ahí de dónde viene lo de ‘chineguas’, con unas pellitas de gofito de millo del país y mojo picón. Un fuerte abrazo, Juanele.