El enorme y hermoso edificio que se impone a la mirada del visitante primerizo de la Puerta del Sol, coronado por la torre del reloj que convoca cada 31 de diciembre a miles de madrileños para recibir con sus campanadas cada nuevo año, fue construido por el arquitecto francés Jaime Marquet entre 1766 y 1768 y fue destinado a Casa de Correos. En 1847 pasó a ser el Ministerio de Gobernación.

Posteriormente y durante decenios, bajo la dictadura franquista, fue el edificio más siniestro de la capital, sede de la sanguinaria Dirección General de Seguridad y de la Brigada Político Social.

En sus despachos y en sus calabozos subterráneos fueron apaleados y torturados miles y miles de hombres y mujeres antifascistas, algunos de los cuales murieron entre sus paredes.

En su interior desplegaron sus artes y capacidades para la tortura individuos como Roberto Conesa, González Pacheco, Saturnino Yagüe y tantos otros personajes siniestros cuyos desmanes no sólo quedaron impunes tras la muerte del dictador, sino que, en la mayoría de los casos, fueron reciclados y aun condecorados en el nuevo régimen monárquico-constitucional que tomó el relevo del franquismo durante los años de la llamada transición.

Hoy este edificio alberga la sede del Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, pero no encontraréis en él ni una referencia a quienes, resistiendo al fascismo en las peores condiciones, dieron los primeros pasos para reconquistar la libertad y la democracia en nuestro país. A este olvido de las víctimas hay que añadir el silencio sobre sus verdugos; la impunidad del aparato represivo del franquismo, el régimen político más despreciable que ha conocido la historia de nuestro país.

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