En Marruecos, no hay una transición democrática, sino una fachada “democrática” impuesta por un poder absoluto y represivo. Hace unas semanas, la monarquía celebraba su ceremonia de lealtad recordando que ésta tiene un carácter sagrado, inviolable y que exige la sumisión de todas y todos. Este poder casi-feudal se combina muy bien con las exigencias de la mundialización capitalista. Nuestro país ha sido vendido a las multinacionales del CAC 40 y a las monarquías petroleras. El monarca es hoy el mayor terrateniente, el principal banquero y exportador.
La gran burguesía, de la que él es el núcleo duro, considera a Marruecos como una empresa privada a la que hay que exprimir al máximo. La lógica de depredación y del máximo beneficio ha propulsado a Mohammed VI a convertirse en una de las más grandes fortunas mundiales. El otro Marruecos representa a una población sometida a una violencia social generalizada, pero que lucha con una determinación ejemplar: la juventud del Movimiento 20 de Febrero, que ha empezado a hacer tambalearse la autoridad del Estado, los y las habitantes de los barrios populares que se movilizan sobre las cuestiones de vivienda, transporte, coste de vida, las poblaciones marginalizadas que luchan por el acceso a derechos básicos, los y las estudiantes que llevan desde hace largos años luchando contra la privatización de la enseñanza, los y las diplomados/as en paro que no dejan de exigir un empleo, los y las trabajadores/as que se organizan contra los bajos salarios, los despidos y por la libertad sindical… En suma, un despertar social y popular profundo que se ve amplificado por las políticas de austeridad frontal y por el impacto de la crisis del capitalismo mundial.
En este contexto, el poder está llevando a cabo una guerra social y represiva sin precedente. En realidad, se está volviendo a las prácticas de los años de plomo: incursiones punitivas, palizas en toda regla, asedios, secuestros y desapariciones, torturas y condenas graves, y detenciones colectivas. Todo bajo la dirección de los servicios represivos y de los cuerpos armados, seguros de poder actuar con total impunidad. El poder, con el apoyo de varios Estados, entre ellos Francia, ha renovado sus técnicas represivas para hacer frente al riesgo de una insurrección popular. Nos encaminamos hacia conflictos sociales de envergadura que se enfrentarán a un Estado policial sobre armado. El gobierno de Hollande, más preocupado por los intereses patronales de su país que de nuestro pueblo, garantiza la continuidad al poder actual. Y así desde hace décadas.
Es por eso que hacemos un llamamiento público para la constitución de comités de luchas contra la represión en Marruecos, uniendo al conjunto de las fuerzas democráticas, marroquíes y francesas, que luchan por un cambio radical. Estos comités podrían ser el espacio de solidaridad política con las movilizaciones populares en Marruecos, servir para denunciar las complicidades activas entre los diferentes imperialismos y la dictadura, romper el silencio mediático sobre la represión y deshacer el mito de la monarquía democrática. Igualmente, estos comités pueden transmitir las resistencias en las cárceles y estrechar lazos concretos de solidaridad entre nuestras luchas. Deberán obrar por la construcción de campañas amplias y unitarias para exigir el juicio de los torturadores, la amnistía general de los presos políticos y el cese de las cooperaciones securitarias.
¡Continuemos juntos la lucha hasta el fin de la dictadura!
Min Ajl Badil tawri (¡Por una alternativa revolucionaria!) es una agrupación de militantes de diferentes tendencias de la izquierda radical marroquí que luchan por la emancipación social y democrática y el fin de toda forma de opresión y de explotación.
Blog: badiltawri.wordpress.com (contacto: badiltawri@yahoo.fr).