Por Felisa Echegoyen, de La Comuna.
La obsesión del gobierno del Partido Popular por atentar contra la libertad de las mujeres por el derecho al aborto criminalizándonos por “matar a inocentes criaturas” (siempre evitan utilizar el término, embrión o feto, que sería lo propio) encubre los verdaderos intereses de lo que quieren conseguir de nosotras. Ejerciendo su dominio por nuestro derecho a decidir sobre nuestra maternidad y sexualidad, se aseguran una población femenina mojigata y dócil supeditada a los designios del varón y a los intereses del sistema capitalista tales como: A menor población, menos mano de obra barata (por no decir esclava); a menor prole familiar, menos gastos de artículos de consumo y, en consecuencia, menos ingresos económicos para las arcas del estado y para quienes “meten la mano en ella” por la recaudación del monto monetario que perciben del conjunto de la ciudadanía a través de tasas y/o impuestos directos o indirectos.
Esto es sólo una muestra de ocultación del potencial humano, económico y político que tenemos las mujeres a la hora de incidir en la transformación social y la sostenibilidad de un sistema equilibrado, justo y equitativo.
Esta perseverancia que tiene el Partido Popular por dominar y decidir sobre nuestra maternidad y nuestro cuerpo, es originaria de la época de la dictadura franquista.
En los años 60, las mujeres, además de integrarnos en partidos políticos, sindicatos y asociaciones clandestinas para defender los derechos sociales, económicos, políticos y laborales de los y las trabajadoras de forma organizada, también tuvimos que impulsar la lucha por la libertad sexual que nos estaba vetada y que gracias a la píldora anticonceptiva, pudimos disfrutar de una sexualidad plena sin miedo a un embarazo no deseado. A partir de los años 70 las mujeres fuimos tomando conciencia de la importancia de organizarnos, debatir y proponer alternativas sobre cuestiones que nos afectaban directamente, entre ellas, el derecho al aborto.
Fue en 1979 cuando el tema del derecho al aborto saltó a la escena pública por juicios a 11 mujeres de Basauri (Bilbao) a las que condenaban por practicar abortos. En 1982 las grandes movilizaciones a favor del aborto libre y gratuito, se recogieron 1.300 firmas de mujeres políticas, cantantes, artistas y periodistas que afirmaron “yo también he abortado” y conseguimos la absolución de todas, excepto de una de ellas, que más tarde fue amnistiada.
Hoy, en 2015, al Partido Popular no le tiembla el pulso a la hora de enviar a sus “matones” (que pagamos entre todos y todas) a reprimir con saña, e incluso con la muerte, a colectivos de la ciudadanía que salimos a las calles a protestar contra los desahucios, las privatizaciones de la sanidad, de la educación, los despidos masivos de trabajadores, la ley Mordaza, etc. o cuando nos manifestamos a favor del derecho al aborto, de la medicación necesaria y urgente para los pacientes de hepatitis C, etc. ¿Acaso no tienen suficiente masa ciudadana a la que apalear, encarcelar, torturar y matar y necesitan, no embriones, sino seres humanos para saciar sus instintos criminales?
Nuestra decisión a ser madres, o no y en qué momento, es exclusivamente nuestra. Nosotras parimos, nosotras decidimos.
Por último, a los miembros varones del Partido Popular que se arrogan como propio el sufrimiento que padecemos las mujeres cuando abortamos, desde aquí les transmito que saben tanto de eso como yo cuando un varón recibe un golpe contundente en sus genitales. O sea, nada.