La Casa de Colón acoge la exposición itinerante inspirada en un estudio de la UNED sobre la represión y los espacios de expresión de la mujer entre 1930 y 1980

La sexualidad de las mujeres durante la dictadura franquista centra la exposición itinerante Mujeres bajo sospecha, que se inaugura mañana en la casa de Colón, tras recorrer España y exhibirse en el Instituto Cervantes de París. La muestra se inspira en el estudio científico coordinado por la catedrática de Sociología de Género de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Raquel Osborne, sobre la sexualidad femenina entre 1930 y 1980, en especial sobre las mujeres puestas bajo sospecha durante la dictadura, que a pesar de estar «duramente reprimidas o aburridamente conformadas», en ocasiones encontraron espacios en los que expresarse con voz propia.

«Vimos que se estaba haciendo mucha memoria histórica pero no había nada sobre la sexualidad de las mujeres en la etapa franquista y pensamos que había que intentar acercarse a ese tema y difundirlo, no quedarnos en lo académico, sino salir fuera de la universidad y la exposición ha sido un vehículo idóneo para eso», indicó Osborne comisaria de la exposición que mañana se inaugura con su conferencia titulada Construcciones de la sexualidad femenina bajo el franquismo.

Frente al modelo de sexualidad que se exigía durante la dictadura en las mujeres, muy normativo y doméstico, al servicio del marido, de la familia y de la patria, los investigadores hallaron indicios de otros tipos de sexualidades que no se ciñeran a ese modelo. «Para ello tuvimos que hacer varias operaciones, como estudiar contra qué mujer se rebelaba el franquismo, y esto es lo que hemos llamado en la primera parte de la exposición Las Modernas, mujeres de principio de siglo y de la República, y que protagonizaron una evolución sobre el acceso de las mujeres a la educación, a la vida pública, a la ciudadanía, alfabetización… «. Estas mujeres fueron consideradas por el franquismo como «la representación del mal, las que han pervertido a la sociedad, a los hombres», e intentan reconducirlas hacia el modelo de familia tradicional que creían que habían abandonado y que se había perdido con la modernidad y la República.

Durante la dictadura existían dos modelos claramente definidos de sexualidad femenina: el de mujer virtuosa, madre y esposa abnegada, y el de prostituta, según avanzó la catedrática de la UNED.

Incluso la prostitución se medía por un doble rasero. Por un lado había una parte legal, los burdeles que se habían prohibido al final de la segunda República, y por otro se persiguió muy duramente la prostitución clandestina, la de la calle, la de las pobres y las vencidas, una especie de castigo directo a las mujeres. «En medio de ese clima había esta doble cuestión de la sexualidad. Este tipo de mujer estaba siendo muy perseguida, y las mujeres en el matrimonio o tenían suerte algunas, y las demás el deber conyugal y en casa con la pata quebrada».

Frente a estos dos modelos oficiales, los investigadores hallaron pinceladas de otras vidas posibles, por parte de mujeres modernas, educadas, activas, trabajadoras, artistas, deportistas… «Algunas tuvieron como destino el exilio, la muerte, la miseria…, pero otras eran mujeres que tenían posibilidades, burguesas que se quedaron en España y que vivieron unas dobles vidas».

La muestra recoge ejemplos como el de un grupo de mujeres artistas, que daban clases de canto en una academia en Madrid, «tenían una vida hacia fuera muy de orden pero al mismo tiempo tenían una vida interior con grupos de mujeres»; o la de otro grupo de mujeres lesbianas en la Barcelona de los años 40 y 50. «Hemos hecho un vídeo que se exhibe en la exposición bajo el título Mujeres de buen vivir, sobre la historia de un grupo que vivió en los años del franquismo gozosamente su sexualidad en el marco de la Barcelona, una conjunción especial de mujeres de clase trabajadora con mujeres de la farándula y el cabaret que se movían en la zona del Paralelo, la vida más bohemia de la Barcelona de entonces».

 

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