La permanencia durante 35 años de mandos de la Guardia Civil, de la prolongación en nuevas generaciones de la policía ha provocado una cultura de la tortura intacta.
La permanencia de la tortura desde la BPS hasta hoy cuenta a favor con una banalización de la misma, con el objetivo de ocultarla, y con cierto grado de legitimidad social. La tortura ahora se ha sofisticado, pero persiguen lo mismo, despersonalizarte, anularte.
La lucha contra la impunidad de la represión de ayer es la lucha contra la represión de hoy.