CardeñaCampo de Concentración de San Pedro de Cardeña en Burgos:

El pasado 20 de febrero caducó el permiso aprobado por el Servicio Territorial de Cultura para emplazar, en las inmediaciones del edificio del Monasterio de San Pedro, el pendiente Memorial a las Brigadas Internacionales.

Los monjes, que ocupan el lugar desde 1942, han vetado (extraño derecho) el monumento promovido por la asociación burgalesa de Amigos y Amigas de las Brigadas Internacionales. La negativa de los actuales inquilinos a ratificar el permiso se apoya en la declaración del Monasterio como Bien de Interés Cultural y en su peculiar interpretación del mejor modo de proteger el entorno urbanístico del mismo. Hasta el presente, las pacientes gestiones de la asociación promotora y las diferentes opciones de emplazamiento propuestas, han topado con el radicalismo estetizante de la Iglesia.

Porque San Pedro, hasta casi antes de ayer… ¿fue solo un edificio abandonado y ruinoso? Bien sabemos que no. Precisamente el viejo Monasterio perdió la inocencia al convertirse en Campo de Concentración y esa función, desempeñada desde fines de 1936 hasta inicios de 1940, lo instituye como crisol de historia y de cultura antifascista en España y en Europa, como expresión de resistencia a la barbarie que en nuestro país se prolongó durante 40 años y en tantos aspectos aún pervive.

Desde 1936 a 1940 el franquismo recluyó allí a un total de 10.000 prisioneros y cerca de 1000 brigadistas (en un infernal tránsito y hacinamiento que siempre duplicó su capacidad). Además, allí movilizaron hasta 17 Batallones de Trabajadores destinados al trabajo esclavo al servicio de instituciones como la Diputación Provincial y empresas afectas a los golpistas. San Pedro también abrió sus puertas a la GESTAPO, que practicó en el monasterio interrogatorios y torturas especialmente a los brigadistas alemanes. La Iglesia no gestionaba el Campo…pero oficiaba en él sus ritos todos los domingos y fiestas de guardar.

Historia contemporánea pues, que prefieren ignorar los religiosos residentes, afectos a la misma institución que bendijo cañones a golpe de hisopo, delató a hombres y mujeres republicanas y fajó pistola cuando tocaba exigir el arrepentimiento de los capturados antes de aplicarles la pena capital. Hasta hoy, solo teólogos disidentes y el amplio espectro de cristianos de base han pedido perdón por aquellos crímenes del institucionalismo nacional-católico.

Tanto más indignante resulta además el veto monacal por ser precedido de décadas de tolerancia y encubrimiento de delitos arquitectónicos, décadas en que las joyas catedralicias de nuestro gótico fueron (y a menudo siguen siendo) soporte de yugos y flechas, de gritos de guerra y de listados de supuestos mártires “por la gracia de Dios”. Tenemos buena memoria y no olvidamos.

Por lo mismo, irrita la pertinaz ausencia de humanidad y también de “cultura paisajística”, con que los correligionarios de estos monjes siguen oficiando misas y funerales bajo la gigantesca cruz del Valle de Los Caídos, el último gran mausoleo fascista europeo.

Pero ante la desfachatez y el sofisma es claro que nada pueden los argumentos. Será la presión social la única herramienta que impondrá el Memorial pendiente y abra camino a la Historia, la verdad y la Cultura.

En esa labor, La Comuna estará siempre junto a la Asociación Burgalesa de Amigos y Amigas de las Brigadas Internacionales.

*Acacio Puig y Ramiro Calvo

lacomunacastillayleon@gmail.com

www.lacomunapresxsdelfranquismo.org

Burgos, 28-02-2013.

 

 

 

 

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