Christopher Jordan DornerLa mayoría de los miembros de La Comuna, asociación de expresos políticos del franquismo, hemos sufrido varios interrogatorios policiales. Era archisabido que nos podía ocurrir en cualquier momento y estábamos preparados para aguantarlos… hasta donde pudiéramos. La primera lección de ese entrenamiento versaba sobre cómo sortear la dialéctica del “policía bueno / policía malo”.

Pese a ser la táctica más universal, más obvia y más rutinaria de cualquier institución represora, sabíamos que era casi seguro que nos la aplicarían y, en efecto, así solía sucedernos: el policía bueno nos prevenía contra el policía malo suplicándonos a cambio de su magnanimidad que le contáramos “un detalle sin importancia, así, entre nosotros, de aquí no va a salir”. Por su parte, el policía malo se quejaba de la ingenuidad de su compañero y pasaba a mayores. Como saben hasta las piedras, eran, son y serán personajes intercambiables. Sin embargo, en los EEUU acaba de suceder un tremendo alboroto protagonizado por un policía que llevó hasta el final su papel de bueno. Tan insólito ejemplo merece unas palabras.

Hace pocos días, saltó en internet y en algún medio de escasa difusión el caso de Christopher Dorner, un policía de Los Ángeles, California, al que sus propios compañeros abrasaron tras una caza al hombre que desató el terror en la comarca. Dorner, afroamericano y antiguo marine, se había atrevido a informar a sus superiores sobre el racismo estructural del Departamento de Policía de Los Ángeles (en adelante, LAPD) Por ello, había sido ultrajado y acosado hasta caer, según sus palabras, en una “severa depresión”. A resultas de esta supuesta o real enfermedad, mató a tres personas, huyó a los montes, volvió a matar y, finalmente, murió bombardeado con gas CS.

De la lectura de su testamento, se desprende que Dorner no era ningún revolucionario; tampoco era un Pantera Negra infiltrado, un histérico, un psicópata ni, menos aún, un místico de las armas. Al contrario, Dorner era un afroamericano perfectamente medio que consumía la misma cultureta de masas que el resto de sus compatriotas. Sus ídolos eran los cantantes de éxito popular (musical prodigies, les llama), los habituales presentadores de televisión, los deportistas de élite. Sus preferencias políticas eran eclécticas –léase, bipartidistas- dentro de la pura ortodoxia gringa. Así pues, Dorner era todo lo normal que puede ser un policía negro. De esta mediocridad surgen las posibles enseñanzas de lo que él entendió como su “martirio”.

A continuación, ofrecemos nuestra transcripción de algunos párrafos de su extenso Testamento. Como era de esperar en un largo escrito (11.350 palabras en inglés) redactado en plena vorágine, a veces, el texto original está algo desordenado temáticamente. Además, está repleto de referencias a la vida cotidiana gringa y también trufado con siglas utilizadas en la jerga operativa policial-militar. Por todo ello y por razones de espacio, nos hemos visto obligados a editarlo reduciéndolo a 1.100 palabras en castellano, una décima parte de su extensión original. Desearíamos que esta cirugía invasiva no haya traicionado el sentido general de un documento que, desde dentro de tan honorable institución, delata la brutalidad policial e insinúa la trágica paradoja de que el policía bueno debe asesinar para demostrarnos su bondad.

Christopher Jordan Dorner

El Testamento del policía angelino C.J. Dorner (en internet desde el 07.II.2013):

«From: Christopher Jordan Dorner / 7648.

To: America.

Subject: Last resort [Último recurso]

Crecí en un barrio donde los negros no llegaban al 1%. No soy un puto cristiano pero ese vejestorio de libro, hecho de ficción y burda no-ficción, que llaman la biblia, no dice nunca que Jesús fuera llamado “negrata” [nigger, negro en el sentido más despectivo posible] No pretendo ser un rapero, no pertenezco a ninguna pandilla, no trapicheo con drogas, no tengo varios hijos con varias mujeres. Soy un americano por decisión propia. Soy un hijo, soy un hermano, soy un soldado en la reserva y soy un hombre que ha perdido completamente la fe en el sistema porque el sistema me ha traicionado, torturado y calumniado.

Los reclutas de la Academia del LAPD, cantaban canciones de las juventudes nazis sobre cómo incendiar los ghettos judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El LAPD defiende que unos policías pueden llamar “negratas” a sus compañeros negros, así, en su cara.

En julio de 2007, informé que la policía Teresa Evans, alias Chupacabra [sic, en el original], ahora Sargento, había golpeado exageradamente a un sospechoso (fuerza excesiva). El policía Burdios canturrea canciones de las juventudes nazis. El policía Magana llama nigger a quien le da la gana. Lo que yo debería haber hecho es ponerle en la cabeza un Winchester Ranger SXT 9 mm. y meterle en el cráneo un proyectil de perdigón 147. ¿Cómo detectar cuando un policía está mintiendo? Fácil, cuando comienza su perorata diciendo “basándome en mi experiencia y entrenamiento…”

Sufrí dos días de suspensión porque se me escapó un disparo. Al revés que la mayoría de mis compañeros, no apelé ni pedí ninguna compensación irregular. No obstante, me han represaliado. No deberían vengarse de los policías honestos que, denunciando los abusos policiales, han cruzado eso que en el LAPD llaman la “línea azul”.

Emprenderé operaciones DA [operación militar especial para atacar por sorpresa un objetivo] para destrozar, explotar y tomar los objetivos que haya escogido. Si no triunfo o no soy capaz de alcanzar mis objetivos en estas acciones ofensivas iniciales a pequeña escala, procederé a reevaluar mi BDA [Battle Damage Assesment, evaluación de daños en la batalla] para volver a atacar hasta que logre mis propósitos. No tengo nada que perder. La pérdida de mi vida no significa nada. ¿Saben ustedes porqué fracasamos en la guerra asimétrica contra las guerrillas? Porque los guerrilleros no tienen nada que perder. Nosotros disparamos puras ráfagas; en combate, el disparo tiro a tiro no llega ni siquiera al 1%.

Policías caucásicos que se han agrupado en el South Bureau con el único fin de victimizar a minorías que no tienen ninguna formación, que no tienen ni idea de las leyes, sean éstas penales, civiles o de derechos humanos: para mí, ustedes son un objetivo prioritario.

Policías negros en los grados superiores: ustedes perpetúan el ciclo del racismo en el LAPD. Ustedes son objetivo especial.

Policías hispánicos que victimizan a su propia etnicidad porque son nuevos inmigrantes que no conocen sus derechos civiles: ustedes también son objetivo preferente.

Policías lesbianas que, día sí día no, inspeccionan a los compañeros con el único propósito de demostrar su autoridad misandrógina (no feminismo) degradando a los policías masculinos: ustedes son objetivo principal.

Policías asiáticos que se hacen a un lado mientras observan todo, no dicen nada, no defienden nada y no protegen nada diciendo siempre “Yo no quiero problemas”: ustedes son objetivo favorito.

Al mismísimo Presidente de los EEUU (POTUS) y Comandante en Jefe todos ustedes le llaman “keniata, mongonegro, medio africano, musulmán” y, encima, se burlan de sus padres. Pero nunca se acuerdan de que su adversario, el Honorable Senador John McCain, no nació en los Estados Unidos contiguos (CONUS) ni tampoco de que Bush obtuvo la calificación más baja en sus estudios de primaria… A la Primera Dama esos policías -naturalmente, off the record-, la llaman Wookie [miembro subhumano, peludo e insultante de una tribu de la serie ‘Guerra de las Galaxias’]. Me gusta su nueva imagen, señora Obama, una mujer cuyos méritos profesionales y educativos no le van a la zaga a ninguna de las últimas Primeras Damas.

Hillary Clinton: usted será una estupenda presidenta en 2016. Igual que su marido, Bill, quien será uno de los más grandes. Hillary, cuide de Bill, siempre fue mi Presidente favorito. Honorable Presidente George H.W. Bush, le aprecio. General Petraeus: usted pensó con su pene: está bien, pase, pero… General Powell, su libro My American Journey cristalizó mi decisión de unirme al ejército después de la secundaria. Siempre intenté servir pero su libro y su peripecia me motivaron. Usted es una inspiración para todos los americanos.

Wayne LaPierre, Presidente de la National Rifle Association [el más conocido de los grupos de presión armamentísticos], eres un crápula inhumano y asqueroso. No más Virginia Tech, Instituto Columbine, templo de Wisconsin, teatro Aurora, mitin en Tucson, Newtown Sandy Hook [lugares de las últimas balaceras]. Sea por un decreto presidencial, sea por la decisión de ambos partidos en el Congreso, la prohibición de las armas de asalto debe ser restablecida. Todas esas armas son fabricadas por el Cerberus/Freedom Group, la misma empresa responsable del tiroteo en el centro comercial de Portland y de la matanza de Sandy Hook.

Iglesia Baptista de Westboro: ojalá todos ustedes se quemen lentamente y mueran no por inhalación de humo sino por las llamas y sólo por las llamas… Cardenal Mahoney [cómplice de 129 curas pederastas]: en definitiva, eres un exterminador porque permites que tus subordinados acosen a los niños por los siglos de los siglos. Ojalá te mueras de una muerte larga, lenta y dolorosa.

 Luis Sanchez, Jason Valadao, James Usera, Kinta Smith, Jason Young, empresario, marido y padre: ustedes son mis mejores amigos [obsérvese que los apellidos son hispanos o filipinos y que el sr. Kinta S. tiene todas las probabilidades de ser negro].

Ciclistas: no tengo ningún problema en compartir la carretera con ustedes. Pero, al menos, respeten el límite de velocidad o sálganse de la ruta. Lo pueden hacer.

 Anonymous: ustedes son odiados, vilipendiados y considerados como un enemigo del Estado. Personalmente, les veo como una cultura y como gente necesaria para mostrar la verdad a un mundo enclaustrado y embrutecido. ¡Adelante!

 La auto-protección ya no me obsesiona. No temo a la muerte pues morí el 02.enero.2009. Quiero que mi cerebro sea entregado a la ciencia/investigación para que se estudien los efectos de una depresión severa sobre el cerebro de un individuo.

 Por desgracia, no estaré vivo para ver que mi nombre ha sido rehabilitado. Todo esto es por mi nombre porque un Hombre no es nada sin su nombre».

 Final

El 13.febrero.2013, pocos días después de que fuera conocido este testamento, Dorner fue abatido en una cabaña en medio de un bosque cercano a Los Angeles. Dicen que le bombardearon con gases incendiarios (burners) Dicen que, al verse sitiado por innumerables de sus ‘compañeros’, todavía consiguió matar a uno. Dicen que era un excelente tirador -viendo sus fotos, de lo que no cabe duda es de que era un fornido mocetón-. También dicen que Dorner había asesinado el 03.febrero a la hija de un capitán de LAPD y a su novio. Al parecer, cuatro días después, Dorner siguió vengándose de sus antiguos compañeros, esta vez matando a un policía. Si todas estas informaciones son ciertas, sólo duró diez días la epopeya del psicópata asesino de uniforme o, si se prefiere, del único policía justiciero.

El método empleado en el asalto al precario refugio de Dorner merece una apostilla: los policías le achicharraron lanzándole granadas de “incendiary CS gas”, por otro nombre el 2-clorobenzalmalononitrilo. Este llamado gas –de hecho, una bomba sólida-, fue usado por la policía birmana contra los que protestaban contra el proyecto de abrir una mina de cobre en el que estaba empeñado una empresa china. También es el explosivo que los gringos emplearon en el famoso asalto de Waco (1993), asedio que terminó al incendiarse la iglesia en la que se habían atrincherado los feligreses de la “secta davidiana”, 87 de los cuales murieron carbonizados. En todos estos casos, la policía pudo haber utilizado gases lacrimógenos no letales pero, militarizada como está, prefirió utilizar armas de exterminio.

Todo ello es bien sabido. Los que no han recibido tanta difusión son los incidentes previos al aniquilamiento de Dorner. Por ejemplo, acorde con el clima de terror instaurado en Los Angeles so pretexto de la caza del compañero fugitivo, la policía acribilló la furgoneta azul en la que dos señoras repartían periódicos. LAPD se excusó declarando que la habían confundido con la camioneta gris de Dorner. Estos policías de gatillo alegre y un poco cegatos, ¿son también daltónicos? Confundidos o no, es evidente que los maderos dispararon antes de preguntar.

En lugar de informar sobre ese y otros atentados similares, los medios de deformación se han dedicado a adoctrinar. Ejemplo: un artículo del New York Times (07.II.2013) sermoneaba que “Dorner expuso sus quejas contra un departamento de policía que, según él, estaba podrido por el racismo y la corrupción, refiriéndose a un capítulo de la historia del LAPD que, según mucha gente, fue barrido hace mucho tiempo”. ¿Quién es esa masa anónima, esa socorrida “many people”? El diario totémico de la democracia gringa no se molesta en identificarla. Sin embargo, le hubiera sido muy fácil entrevistar a las muchas y perfectamente identificables personas que han protestado por el terrorismo de un militarizado LAPD.

El general William Tecumseh Sherman (1820-1891; curioso segundo nombre para quien exterminó a docenas de pueblos indígenas), llegó a ser el máximo jefe militar de los EEUU y popularizó la famosa frase “el mejor indio es el indio muerto”. Es posible que, hoy, la policía gringa siga rezando tan cristianísima jaculatoria. De ahí que, consciente o inconscientemente, el LAPD haya decidido parafrasearla y actualizarla con Dorner para, finalmente, traducirla por “el mejor policía es el policía muerto”.

Antonio Pérez.

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