Hilda es la abuela de un buen amigo de la universidad, una mujer que acogió en su casa muchas sesiones de estudio en grupo, que nos acoplábamos allí a veces durante demasiado tiempo. Y siempre parecía encantada de acoger en su casa a tanta juventud. Por lo menos siempre nos hizo sentir bienvenidos.

Hilda es paisana mía, de Besullo, en Narcea (Asturias). Las veces que tuve el placer de estar con ella siempre fue cercana y amable. Hace ya mucho tiempo de aquellos momentos, pero nunca me he olvidado de aquella mujer, de la fuerza y determinación que desprendía.¡¡Y de lo ricos que estaban sus frixuelos (o fiyoas para ella)!! ¡jaja!

Hilda es una luchadora. Cuando iba a su casa, supe de la dura vida que le ha tocado vivir, desde bien pequeñita. Hay vidas que sufren fuertes golpes una y otra vez. Hay personas con una fuerza extraordinaria, con una capacidad de asimilar problemas y de luchar para salir adelante increibles. Ella es una de esas personas.

Hilda es la hija de dos maestros de escuela republicanos asesinados a manos de falangistas en 1936 en Cangas de Narcea (Asturias). Ceferino y Balbina .

Balbina Gayo Gutiérrez tenía 34 años y era la directora de las escuelas de Cangas de Narcea (Asturias), funcionaria de la República. Murió fusilada junto a otras dos mujeres en el parque de Muniellos el 10 de Septiembre de 1936.

Ceferino Farfante Rodríguez, tenía 33 años y era maestro, también en Cangas de Narcea. Al saber que habían detenido a su esposa quiso interceder y fué a buscarla, en contra de la opinión de sus allegados. Murió fusilado el 11 de Septiembre de 1936 en Bimeda, tras aplicarle la Ley de Fugas. Era primo del escritor Alejandro Casona.

Ella misma ha relatado en numerosas ocasiones su historia, ha alzado su voz para denunciar lo que ocurrió con sus padres, así que nada mejor que conocer la historia a través de ella:

«Se conocían desde pequeños, iban siempre juntos. Nunca se habían separado. A mi madre fueron a buscarla cuando iba a abrir el colegio. Ocho años después, en su acta de defunción, escribieron como causa de la muerte: ‘Hecho de guerra’. Abrir el colegio de un pueblo era un hecho de guerra. Mi padre fue a buscarla al día siguiente y lo mataron también. Ella está enterrada en una cuneta. A él lo tiraron por un barranco. Son desaparecidos. A las tres hermanas nos separaron, cada una con un familiar. Ya nunca volvimos a estar juntos«.

Hilda se crió con una tía en Boal, y tuvo que convivir con las acusaciones, el miedo, el ocultar su historia desde bien pequeña, así se puede apreciar cuando escuchas alguna de las anécdotas que ha contado:

Ese día celebraban la conquista de Bilbao o algo así en el pueblo. Y como en el pueblo ya mandaban los golpistas , los de Franco, los nacionales hacían un desfile en el pueblo y pasaban el cura, todos los militares y detrás los falangistas desfilando…Yo, que estaba jugando a la rayuela, agachada, con unas niñas, miré hacía la casa y vi a mi tía Gullermina de perfil, asomada en el balcón, porque elo desfile le pillo y, claro, mi tía tenía miedo porque ella era igual que mis padres, tenía las mismas ideas. Sabía que estaba señalada y no se atrevió a meterse para adentro cuando estaba en el balcón. Salí corriendo y empecé a gritar «Tía, tía, metete para adentro que esos son los que mataron a papá y a mamá». Entonces, mi tía Guillermina me hizo callar, me cogió, se volvió para atrás, me apretó la boca y me empujo contra la contraventana; los falangistas llegaban justo en aquel momento.Y mientras me apretaba, levantó la mano y hacía como todos: «¡Arriba España! ¡Viva Franco!»

Hilda estudió para ser maestra y llegó a ser directora de las Escuelas Aguirre, en Madrid. Dice que uno de sus mayores logros fue conseguir que dejase de ser obligatorio cantar el «Cara al sol» en su escuela, en 1981.
Comenzó a alzar la voz en 2001, en el homenaje que se rindió a sus padres en su pueblo natal, Besullo. No había regresado hasta ese día. Allí pronunció unas palabras, que pasarán a la historia como «El grito de Hilda»:

«A mis padres, y a tantos y tantos que, como ellos, aún están en las cunetas.
Grito, en primer lugar por ellos, por su injusta, y terrible y cobarde muerte,
Grito por su miedo, por su dolor, por su juventud truncada, por la vida que no vivieron. 
Y grito por nosotros, que nos quedamos aquí sin ellos, pobres, huérfanas, y a merced de sus asesinos que se pasaron cuarenta años insultándoles, pisoteándoos, y diciendo mentiras y más mentiras sobre su vida y sobre vuestra muerte. 
Grito y vuelvo a gritar por todo lo que tuvimos que aguantar y que callar.
Y grito por las viudas,las madres y los familiares, que vivieron y murieron con la boca bien apretada para que no se les escapara este mismo grito nuestro. 
Y grito por la verdad, su verdad, por la única verdad, “que os inmolaron en estos montes por amar causas justas”.  
Y grito por la justicia, por esa justicia que ellos tanto se merecen y nosotros tanto necesitamos.
Y con Miguel Hernández digo:
Que mi voz suba a los montes
Que baje a la tierra y truene

Eso pide mi garganta
 
Desde hoy y desde siempre.»
En el año 2008 se realizó la VI Semana Cultural de Cangas de Narcea, que llevó como nombre «Hilda Farfante. El grito que rompió el silencio», se realizaron varios actos de homenaje y recuerdo a maestros republicanos (programa completo aquí), luchadores incansables y comprometidos contra el atraso y la incultura. Entre esos actos, una entrevista de la periodista Maria Antonia Iglesias a Hilda. La periodista es la autora de un libro titulado «Maestros de la República», en el que se recogen diez historias ocurridas en pueblos de toda España, una de las cuales es la de los padres de Hilda.
Durante este acto, Maria Antonia dijo de ella: «Hilda Farfante fue un símbolo de las personas olvidadas e invisibles, hasta que dejaron de serlo, por ser hijos de los que se llamaban rojos. Además, a pesar de ser conscientes de que con cinco años mataron a sus padres por ser maestros republicanos, tuvo la osadía de seguir la saga y, como otros muchos, se convirtieron en muy buenos maestros».

En el acto de clausura, Hilda habló emocionada, cerrando una etapa de rabia: «Rehabilitada la memoria de mis padres y del casi centenar de fusilados en Cangas del Narcea, a partir de ahora vendré a Cangas y a Besullo para disfrutar de sus maravillosas gentes y su privilegiada naturaleza«. La rabia no está pero la lucha sigue.

A sus 81 años, se ha convertido en una de las caras más conocidas que reclaman que se haga la luz sobre los crímenes del Franquismo y piden justicia para los Republicanos asesinados durante la Guerra Civil.

Recuperó la ilusión de una Justicia Justa y con memoria cuando vio que el juez Garzón tomaba las riendas de la investigación, conocedora de lo que Garzón había hecho contra las dictaduras en Chile y Argentina. Ahora apoya encarecidamente las manifestaciones a favor del Juez, ya que dice sentirse culpable de lo que le está pasando (declaraciones aquí). Ella, se siente culpable. A este extremo hemos llegado en este país, donde víctimas inocentes se sienten culpables cuando quienes defienden su causa. Mientras tanto los culpables viven tranquilos y mueren en paz, muchas veces entre homenajes.

A continuación os incluyo algunos enlaces a videos y documentales con los que ha colaborado activamente, participando ó apoyándolos. Merece la pena dedicar un poco de tiempo a esta Historia, que también es la nuestra, y que a la mayoría de nosotros se nos ha ocultado, porque esto no viene en los libros de texto.

En fin, este es mi pequeño homenaje a Hilda. Desde aquí deseo de corazón que se haga justicia, que consiga recuperar los cuerpos de sus padres para así dejar de Gritar y poder vivir tranquila el resto de su vida. No merece menos. Ni ella, ni ninguna de las víctimas del franquismo. Personas como Hilda son necesarias, sus testimonios, sus lágrimas, su ira, su grito. El grito que la hizo famosa, que despertó conciencias.
Porque una guerra es deleznable, es odiosa y debe evitarse a toda costa, pero mueren personas de los dos bandos, para eso es una guerra. Los franquistas asesinaron a tantos maestros republicanos durante la guerra porque eran un pilar importantísimo en la República.
Aquellos que acusan a los republicanos de asesinato no mienten, pero distorsionan. Porque esa guerra no la provocaron ellos. Esa guerra fue el resultado de un golpe de estado contra el régimen democrático establecido, la II República, que terminó con el vencimiento del franquismo y la posterior dictadura de 40 años.

Hoy en día vivimos rodeados de franquistas para nuestra desgracia colectiva, están en las instituciones políticas, económicas, judiciales. A dia de hoy tienen mucho poder sobre nosotros, el Rey nos fue impuesto por Franco y nadie nos ha preguntado si lo aceptamos o no. Entre los padres de la Constitución, ministros del franquismo, como Fraga, que se encargaron de dejar bien atados los hilos. La familia Franco conserva su patrimonio. Existen numerosas calles y pueblos que aún llevan nombres como «Llanos del Caudillo». Esto no se ha cerrado.

España no ha tenido la Transición ni la Democracia que se merece, no ha tenido la condena a la dictadura que ha exigido en otros países, no ha tenido el reconocimiento a las víctimas que otros tanto piden (y bien pedida) para las víctimas del terrorismo. Parece que hay clases y clases de víctimas del terror… Hasta el momento España no ha tenido Justicia, la Justicia que personas como Hilda necesitan tener. Que al ver al juez Garzón siendo juzgado han visto saltar por el aire sus ilusiones, sus esperanzas. Una vez más.

Sinceramente, creo que nos merecemos una España mejor. Una España con memoria, que llame a las cosas por su nombre.

Un abrazo

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