La visita a la Escuela de Mecánica de la Armada, como era de esperar, fuerte, fuerte y fuerte. Un compañero de la asociación de detenidos desaparecidos, Cachito para los amigos, nos explico con detalle el palacio del horror.
El sótano del edificio principal, primera parada de los detenidxs, que ahora está diáfano y es el lugar donde se torturaba, sucio y lúgubre como deben serlo todos, pero lo realmente fuerte es que allí había una supuesta enfermería donde administraban el pentotal a la gente que iban a trasladar, eufemismo que escondía su auténtico destino, ser arrojadops al mar desde aviones. La otra cosa sobrecogedora es la razón de no matarlos directamente, según la teoría del obispo capellán castrense si no estaban muertos cuendo se les tiraba desde los aviones, el altísimo, si merecían su perdón, podía salvarles; de esa manera no había pecado ni problemas para los buenos cristianos. Esa mezcla de cinismo y crueldad me trajo a la memoria a Rouco, estoy convencido que habría hecho algo similar, por la gracia de dios. La siguiente parada, si se sobrevivía, estaba en el tercer piso y se conoce con el nombre de la capucha. Alli la gente seguía permanentemente encapuchada, con grilletes en los pies y esposados. Así se estaba entre dos paredes de conglomerado, sobre una colchoneta de goma espuma envuelta en hule (a que os suena) de 75 cm, no podían ni levantarse, ni hablar, pedían permiso para ir al servicio y tenían la capucha puesta hasta para comer. Le llamaban también el archivo, porque estaban como metidos en cajas, sin poder moverse. Cachito estuvo más de seis meses «archivado», lo normal era que tras la capucha fueras «trasladado» al mar. En caso de sobrevivir el paso siguiente, en el cuarto piso, era subir a la capuchita (el nombre hace referencia a sus menores dimensiones). Allí no se llevaba capucha, se hacía trabajo esclavo para los militares, falsificación de documentos y sobre todo una especie de dossier de prensa, nacional y extranjera, para la armada argentina, lo peor de todo es que la brigada donde dormían estaba al lado de dos habitaciones donde también se realizaban torturas, en ocasiones día y noche, y debían convivir con los gritos y golpes, recordatorio permanente de cual era su situación real y del sufrimiento de sus compañeras y compañeros. Salimos, después de más de dos horas, a unos jardines luminosos a pesar de la lluvia.Íbamos tocados, pero sobre todo pensando si lograremos que algún día podremos invitar a Cachito a «visitar» la DGS, recorriendo celdas y salas de tortura, el depacho de Yagüe, etc. Después nos fuimos a comer con Cachito y unas periodistas de Página12, hablamos de todo y comprobamos lo que se parecen los torturadores y de lo que nos parecemos sus prisionerxs. En efecto Cachito es un taleguero perfectamednte intercambiable con cualquiera de nosotros. Por la tarde tenemos una reunión, una radio y pretendemos escribir algo, pero eso ya os lo cuento mañana
Os echo de menos, delincuentes
Chato
Gracias por la crónica.
Supongo que habréis hecho fotos… no las perdáis.