Piños, compañero y amigo.

«Jose Luis Pérez Herrero, «Piños», preso político del franquismo y miembro de La Comuna, ha muerto hoy en Santander de un infarto. Para quienes le conocimos en Carabanchel, y para todas y todos los que compartimos con él luchas y compromisos dejará el recuerdo imborrable de las personas valientes y dignas. Con un emocionado abrazo para Cristina, hasta siempre Piños, compañero y amigo.»

Chato

Piños, Hasta la victoria siempre

«La mañana del 6 de agosto, mientras hacía deporte en su ciudad, Santander, falleció de un infarto José Luis.

Deja tres mujeres desconsoladas, su compañera Cristina y sus dos hijas Carmela y Jimena.

Este miembro de La Comuna, pasó tres años de su entonces joven vida en la cárcel de Carabanchel, represaliado por la dictadura franquista. En aquellas duras condiciones, perdió buena parte de su dentadura, lo que dio lugar al mote por el que, quienes compartimos sus luchas, le identificábamos: “Piños”.

Un centenar de personas, familiares, amigas y compas (dos de La Comuna) le despedimos el 8 de Agosto. A ellas le dedicamos un escueto recuerdo en homenaje a Piños y su lucha por un mundo mejor y en defensa de la clase trabajadora y de las gentes oprimidas.»

Lucía Vicente y Javier Navascués Chivite.

Se nos fue una gran persona

«Hoy 6 de agosto del año 2015 hemos perdido a un gran amigo, José Luis Pérez Herrero. Ha muerto de infarto, antes de mediodía, mientras correteaba en solitario por su Cantabria natal. La pena nos muele a palos.

Conocimos a José Luis en el Alto del Arenal (Vallecas, Madrid) en 1972-1973, compartíamos un piso de militantes clandestinos organizados en la Liga Comunista Revolucionaria. Vivíamos muy pobremente. Nuestra casa albergaba el almacén de propaganda que el partido destinada al sector obrero madrileño.

José Luis se había empleado como peón de la construcción. Había abandonado sus estudios universitarios, se había trasladado a Madrid y formaba parta de una de las células de la LCR. Madrugador, salía con destino a su tajo impecablemente vestido: pantalón gris, chaqueta azul marino, camisa blanca sin corbata y… tartera.

En mayo de 1973 cayó nuestro piso en manos de la Brigada Político Social y después de una interminable estancia en los calabozos de la Puerta del Sol (DGS) fuimos trasladados (tumefactos y torturados) a la Cárcel de Carabanchel. Séptima Galería, después Quinta Galería, finalmente Tercera Galería…Todo un itinerario duro que finalmente nos permitió agruparnos con el conjunto de presos políticos que el franquismo ponía a disposición del Tribunal de Orden Público (TOP). Tres años de resistencia, debates, fraternidad, huelgas de hambre y asambleas.

Sobrio y buen lector, José Luis se ocupó en Carabanchel de representar a la LCR en las reuniones de partidos políticos.

Perdió buena parte de la dentadura como consecuencia de las malas condiciones de vida y aquellas huelgas de hambre y se adaptó al mote de “Piños” que colgó durante muchos años como una medalla… pese a que logró reponer su dentadura una vez libre, a partir del año 1976.

Excelente compañero, siempre reservado, cultivaba un personal sentido del humor. José Luis era de esas personas en las que se confía siempre, porque traducía entereza, búsqueda de coherencia y honestidad. Buen catador de ginebra recordamos que hizo virtud de la necesidad y se sopló en Carabanchel una botella de loción de afeitar asegurándonos que se trataba –a su juicio- de ginebra inglesa de tono azulado. Algo que nos ha hecho reír juntos durante muchos años.

La libertad volvió a unirnos en la militancia comunista revolucionaria en el mismo distrito de Vallecas, allí José Luis formó parte de nuestro comité de distrito y posteriormente del comité provincial madrileño de la LCR. Nunca faltó a las acciones, asambleas de barriada… manifestaciones, ni los duros repartos de propaganda (el periódico Combate, los panfletos ocasionales) en las bocas de metro de Portazgo al Puente de Vallecas.

Después pasó a trabajar en la flamante librería del partido, la librería Cuatro Caminos que regentaba otro amigo, expreso político y fallecido también este año (Leoncio Sánchez Celdrán). Procurábamos comer juntos una vez al mes (yo había roto políticamente con la LCR en 1980 pero nuestra amistad y compromiso militante estaba por encima de aquello. José pasó entonces a formar parte de la coordinación estatal de la campaña contra la OTAN .Durante aquel tiempo fue para mí gran interlocutor y cómplice, indispensable para mantenerme al día dado mi receso militante hasta 1989).

Nunca nos perdimos de vista. Ni durante su etapa de trabajo en Malasaña (La Rosa). Ni cuando estabilizó su vida en familia con Cristina y pasó a trabajar como representante de una empresa metalúrgica. Sus responsabilidades familiares crecieron. Tenían dos hijas y Cristina fue laboralmente deslocalizada a Cantabria. Por suerte para él, la pre jubilación le permitió volcarse en la atención cotidiana a sus hijas. Incluso era difícil que alargase nuestros encuentros amistosos porque le reclamaban las tareas familiares que asumía con tanto afán como simpatía y cariño.

José Luis fue parte del núcleo fundador de la Asociación La Comuna Presxs y Represaliadxs del franquismo. Hay que decir que no encontró allí el espacio de trabajo que deseaba encontrar (la documentación). Pero nuestra amistad se mantuvo y acrecentó

El pasado julio le pedí una valoración de nuestra publicación Papeles Anticapitalistas. No en vano José Luis había trabajado unos años en la redacción de Combate, tenía sentido de la prensa militante y me constaba que mantenía su buena pluma por la colaboración que establecimos en la redacción del capítulo “La lucha en las cárceles franquistas” inserto en el libro Historia de la LCR. También hicimos una posterior comandita en torno al tema Presos Políticos y Presos Sociales en el tardo franquismo, con destino a un debate con libertarios de CNT Palencia. Su documentación meticulosa resultó imprescindible.

Tras el fallecimiento de Leoncio me decía que uno no podía permitirse perder el contacto con la gente amiga y querida…porque la existencia era siempre imprevisible. En consecuencia, nos telefoneábamos cada 20 días y hablábamos mucho. De sus hijas, de Cristina que esperaba jubilarse pronto, lo que abría la puerta al “reagrupamiento familiar”…Por que ya estaba harto de tan larga distancia y dos hogares… En fin. La noticia de su fallecimiento me dejó sin palabras y muy compungido.

José Luis, “Piños” ha sido una suerte contar con un amigo de tanta calidad humana…con un compañero de combates por la emancipación tan responsable e íntegro. Quienes compartimos vida y militancia contigo, no te olvidamos.»

Ramiro Calvo, Miguel Ángel Gómez, Acacio Puig

Compañeros de José Luis Pérez Herrero en los sumarios

151-1973 Juzgado Militar Permanente nº 2

231-1974 Tribunal de Orden Público

Piños, Kutxi, Lucia Vicente. Madrid julio 2015

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