Luis Suárez-Carreño, miembro de La Comuna

Los últimos hechos trágicos en Cisjordania y Gaza parecen una de esas pesadillas reiterativas que como bucle asfixiante se repite una y otra vez. Hay una espiral de hechos trágicos encadenados en los que se repiten los actores, las víctimas, los discursos… y la indiferencia internacional.

Un grupo de colonos israelíes comete un acto de violencia criminal contra casas y familias palestinas, con el evidente propósito de producir el máximo número de víctimas (arrojar bombas incendiarias en una casa, en el interior de los dormitorios, de madrugada mientras todos duermen, no admite mucha interpretación en cuanto a las intenciones de los asaltantes).

Los colonos radicales actúan amparados en la protección e impunidad que supone la ocupación militar de los llamados Territorios Palestinos por parte del estado de Israel desde el año 1967.

El gobierno de Israel hace unas declaraciones retóricas de condena de los hechos, aunque nadie ha sido detenido, y es improbable que lo sea pues es un gobierno de coalición que depende para su estabilidad del apoyo de los representantes precisamente de los colonos más radicales. Es más, para demostrar inequívocamente, más allá de los lamentos para la galería, de qué lado está, el presidente Netanyahu anuncia al miso tiempo la autorización de varios cientos de viviendas ilegales más en los territorios ocupados, objetivo sistemático de la misma comunidad colona radical que promueve las agresiones y ataques criminales.

Se producen manifestaciones de protesta en diferentes puntos de Cisjordania y Gaza, que son repelidas por el ejército de ocupación israelí causando la muerte a tiros, al menos, de dos adolescentes palestinos.

La comunidad internacional, en particular los gobiernos europeos, ni se inmutan.

Todo previsible, déjà vu, cansino en su injusta crueldad. En esta recurrente cadena de agresión-protesta-represión, los perdedores son siempre los mismos; los muertos, la desposesión y la humillación siempre caen del mismo lado.

Según fuentes solventes, desde 2004 los colonos israelíes (que hay que recordar, son ocupantes ilegales, según la legislación internacional) han realizado más de 11 mil ataques contra civiles palestinos, sin que ningún colono haya sido condenado por ellos. Ataques que, por otra parte, son solo la parte más violenta y sanguinaria de un conjunto de agresiones mucho más amplia y profunda, que, además de la más obvia de incautación de tierras, y de la que ha sido el detonante en este caso, es decir, la destrucción de viviendas de palestinos, incluye la apropiación y explotación de los acuíferos, la fragmentación de los territorios mediante muros y vías de comunicación y la restricción de la libertad de movimiento, la erradicación de cultivos en el entorno de los asentamientos, etc.

Tras medio siglo de ocupación y sistemática violación de sus derechos más básicos, para los palestinos es evidente que no pueden esperar una solución por parte de las organizaciones internacionales ni de los gobiernos occidentales. Está claro que la única esperanza para el pueblo palestino de recibir algún día algo de justicia es la movilización solidaria de los pueblos, una movilización capaz de hacer reaccionar a la comunidad internacional, capaz de profundizar el aislamiento y repudio al régimen criminal colonial sionista. Asumir ese reto es nuestra responsabilidad.

Palestina bebe asesinado 2015
Concentración en Madrid el 2 de agosto en solidaridad por el bebé palestino Ali Saad asesinado por colonos israelíes.

 

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