Tras la proyección de “El Sopar” (1974, Pere Portabella), el pasado 5 de junio en la Cineteca de Matadero Madrid y el posterior coloquio con una de sus protagonistas, Lola Ferreira, rescatamos una de sus intervenciones en la película, dentro del trabajo de recuperación de la memoria con perspectiva de género que hacemos con alumnas de la UCM. Es una reflexión sobre la situación en la que se encontraban las mujeres presas y militantes revolucionarias en los años 70, situación que intenta destacar ante sus compañeros, resultando ser una reflexión que deja sin palabras a los que la escuchan.

Creo que hay una cuestión que hemos dejado de lado, en todo este panorama, más o menos del aspecto épico del sujeto en la cárcel. Y es el problema de la mujer. El problema de la mujer conocido por muchos en las cárceles y también en el exterior. Vemos que está totalmente abandonado. Se ha hablado de las acciones sumamente incorrectas llevadas por RED, la única central de mujeres que hay, la de Alcalá. Se ha hecho una crítica de esto pero creo que nunca se ha profundizado en lo que suponía la situación de la mujer y en la discriminación que hacia la mujer existe en este sentido, por parte de las organizaciones políticas de cara a la atención de la mujer que está cumpliendo una condena o que está detenida. Entonces, en este sentido, sería bastante importante que viésemos un poco porque se ha dado esto.

En primer lugar, la mujer es siempre minoritaria con respecto al hombre. Entonces dentro del volumen de presos políticos en el país realmente es muy poco el número de mujeres. En segundo lugar, en muchos casos es una mujer que cae accidentalmente, más por su relación con el compañero. Es decir, es un poco una militante subsidiaria.

Existen otros casos en que no lo es. Es una mujer con una participación política y una dedicación enorme pero se encuentra con que, a la hora de entrar en una cárcel, empieza a sentirse un poco abandonada.

Hasta qué punto se le atiende exclusivamente como un asunto sentimental, es decir llega el día del cumpleaños de tal o tal militante revolucionaria, o bien el día 1 de mayo y entonces llegan los miles de tartas, las rosas rojas o los claveles rojos, pero la mujer sigue sufriendo una discriminación qué no es sino el reflejo aumentado porque ahí todo se lleva al límite de la discriminación y del aspecto subsidiario que con respecto a la mujer revolucionaria todavía permanece, que quizá empiece a asumirse pero que tiene todavía un largo camino que recorrer respecto a la militancia femenina, respecto a lo que es la mujer revolucionaria, entonces en este sentido, nos hemos encontrado durante más de dos años con que las noticias han sido esporádicas, la clásica información triunfalista que parece que viene a gratificarte emocionalmente pero que no cumple ninguna otra pretensión, careciendo por completo de una información mínima de la situación de la lucha en la calle.

Las repercusiones de esto son graves. Y son graves en dos aspectos:

Primero porque allí se verifica una degradación de la militancia revolucionaria, se lleva al mismo tiempo como degradación de esa militancia revolucionaria, como falta de vinculación al esquema general de lucha y a una falta también de perspectiva de futuro revolucionario. Y ello supone que muchísimas veces las acciones allí, responden a situaciones viscerales por la propia falta de perspectiva que a todos los niveles políticos se tiene y por otra parte esto supone unas secuelas de cara a la salida de esa militante ,a su reincorporación de la lucha revolucionaria en la calle.”

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